noviembre 19, 2025

La Responsabilidad, algo que a veces se confunde con la culpabilidad

Ofrecer habilidades, virtudes y fortalezas a nuestro alumnado es uno de los principales objetivos que nos planteamos desde el CES S. Ramón y Cajal. Con este fin, hemos diseñado un perfil competencial, formado por 15 habilidades profesionales, con las que esta institución educativa se siente identificada y mediante las cuales poder ofrecer una formación más completa y de calidad a la sociedad.
Vivimos en un entorno educativo y profesional cada vez más exigente, donde la autodisciplina, la gestión del tiempo y la capacidad de resolver problemas de manera autónoma, entre otras muchas competencias, son habilidades cada vez más valoradas y demandadas. Así pues, resulta crucial entender y fomentar estos hábitos desde temprana edad.
Este mes ponemos el foco en la Responsabilidad, y comenzamos con una pregunta ¿Responsabilidad o culpabilidad?

¿A cuántos de vosotros os han dicho alguna vez “tú tienes la culpa”? ¿Cuántos de vosotros os habéis planteado si verdaderamente sois tan culpables como dicen? ¿Cuántos de vosotros os sentís culpables por haber hecho o dicho algo?

En el siglo XXI, ¿hablar de culpa tiene algún sentido? Hacernos sentir mal porque tenemos la culpa de algo queda fuera de lugar.

Es en la infancia desde donde el sistema educativo intenta impulsar y educar en valores: trabajo en equipo, responsabilidad, educación/transformación digital, respeto…. Y tantas otras habilidades blandas denominadas SOFT SKILLS que tan de moda están y que, de algún modo, se quiere que se tengan en cuenta en esto de la enseñanza. Pero voy más allá, ¿esto es éxito o un postureo sin más, con el que unos pretenden ocultar y ganar?

Como docente que llevo siendo algunos años, mi experiencia me dice que de poco o nada sirve educar en valores y competencias blandas si en el hogar no se convive, digamos, de un modo que tienda a ser “bueno”, de calidad o que se apueste por un objetivo claro para/hacia los hijos. Un objetivo claramente marcado por los progenitores y entendido como algo parecido al “qué me gustaría inculcar en ellos” o “qué no me gustaría que aprendieran mal”… En definitiva, ese deseo o querer que nuestros hijos sean de uno u otro modo, como solemos decir, buenas personas, ¿verdad? Y es en esto mismo donde radica todo el sentido de educar en valores y en competencias blandas.

¿No se trabaja de alguna forma el trabajo en equipo desde casa? ¿No se trabaja en este espacio también la transformación digital? ¿No se toca la responsabilidad en el hogar?

Y ahora resulta que a los docentes también se nos impone, recomienda, aconseja, llamadlo como queráis, que eduquemos desde esa perspectiva que no es para nada sencillo y tampoco puede que guste demasiado.

Imaginad…. ¿Cómo enseñar a compartir, valor de antaño, a un niño que jamás ha tenido que hacerlo porque es hijo único o se ha criado en un ambiente digamos, diferente?

¿Cómo enseñar a un niño que sea responsable si en su propio hogar nunca se le ha exigido o encomendado alguna tarea tan simple como poner la mesa a la hora de almorzar?

¿Cómo? Pero vayamos más allá aún; “ tú tienes la culpa de que tu hijo sea así”. Y a partir de aquí, hablaré de esto mismo. ¿Quién es tan atrevido u osado que directamente culpa a unos padres de que no han sabido hacerlo mejor? Pues mirad, muchas son las personas quienes se atreven a hacerlo sin caer en la cuenta de que no se trata de culpar sino de reconocer que, quizás, no se nos ha responsabilizado lo suficiente como para dedicar ese ausente factor “tiempo” a nuestros hijos y de ahí, la inexistencia de muchos valores éticos y cívicos, y que luego redunda en competencias de ámbito personal y profesional.

Ya los romanos, hablaban de culpa continuamente y castigaban a los que, a su juicio, eran malos, culpables de … ¿No creéis que es de ser muy atrevido hablar de culpa en lugar de responsabilidad? ¿No creéis que si nos hubieran enseñado a ser responsables no se hablaría tanto de culpa?

Y es en este punto justamente donde los profesionales de la educación nos encontramos; intentando inculcar en nuestros discentes competencias necesarias para la vida que están un pelín escondidas en ellos y que, de algún modo, apostamos por que si trabajamos en ello desde nuestro, el CES. “S. Ramón y Cajal”, se irán dando cuenta de todo cuanto son capaces e irán construyendo su camino más seguros de sí mismos.

Esta docente que suscribe, intenta dar a conocer un poquito al lector que el ser responsable es tan beneficioso y bienvenido como un vaso de agua cuando tenemos sed. Y puede que os parezca un tanto exagerado o desacertado, quizás. Pero si nos paramos a pensarlo un par de segundos, estoy convencida de que alguno estaréis de acuerdo conmigo.

Tenemos la certeza de que si desde nuestro ámbito, educativo, “recordamos” el para qué de la responsabilidad y los posibles aspectos positivos de ello, habrá una mayor y mejora de la condición personal de cada individuo y, por ende, muy probablemente, una modificación en las formas de pensar y poner en práctica algunas acciones que posiblemente harán más bien que mal e influirán en todos de un modo peculiar y palpable.

¿Estáis dispuestos a aceptar este reto que, a pesar que algunos podáis llegar a opinar que esto no sirve para nada, habrá algunos otros que piensen lo contrario?

Asumamos nuestras acciones, aceptemos que si algo hemos dicho que ha dañado al otro, podemos pedir disculpas, asimilemos que cada uno es independiente a pesar de que todos necesitemos de todos a lo largo de la vida y que tenemos formas de reaccionar diversas pero que no por ello tenemos que alejarnos de la responsabilidad, de asumir consecuencias de festejar lo bien que lo hemos hecho, ¿verdad?

La responsabilidad es un sustantivo abstracto (no se puede tocar ni ver ni oler) pero sí que se percibe cuando hay una respuesta que denota “buenhacer” y buena intención. Así que, ya sabéis, avancemos juntos, somos la especie humana, la más completa, la que más razona, la que más capacidad tiene de retroceder en una toma de decisión concreta y lo más interesante, la que tiene la habilidad y posibilidad de corregir cuantos errores sean posibles.

Desde nuestro centro, tu centro, os invitamos a que reflexionéis sobre ello e intentéis “darle la vuelta a la tortilla” y que, en lugar de hablar de CULPA lo hagáis de RESPONSABILIDAD porque de ella, estamos seguros de que emanarán tantas y tantas ramas que harán de vuestro árbol de la vida el más bonito y con el poder de dar la mejor sombra que se haya podido dar.

Y ahora, de nuevo, pregúntate: ¿CULPA O RESPONSABILIDAD?

Artículo escrito por Martina Ziú.