El pensamiento, y el pensamiento lógico – crítico
Ofrecer habilidades, virtudes y fortalezas a nuestro alumnado es uno de los principales objetivos que nos planteamos desde el Centro Santiago Ramón y Cajal. Con este fin, hemos diseñado un perfil competencial, formado por 15 habilidades profesionales, con las que esta institución educativa se siente identificada y mediante las cuales poder ofrecer una formación más completa y de calidad a la sociedad.
Vivimos en un entorno educativo y profesional cada vez más exigente, donde la autodisciplina, la gestión del tiempo y la capacidad de resolver problemas de manera autónoma, entre otras muchas competencias, son habilidades cada vez más valoradas y demandadas. Así pues, resulta crucial entender y fomentar estos hábitos desde temprana edad.
Este mes ponemos el foco en el pensamiento lógico – crítico.
Para un profesional, sea del sector que sea; para un trabajador, ya sea por cuenta ajena o por cuenta propia; incluso para un trabajador de la función pública, hoy se hace esencial contar con la capacidad de pensar, en un primer lugar, y después poder hacerlo con una perspectiva lógica – crítica.
Pero, ¿es necesario pensar más que antes? Es decir, ¿ahora, hay que pensar más? La verdad, es que yo creo, que ahora hay que pensar, simplemente. Ante el exceso de información y cosas que tenemos que hacer cada día, y aún a pesar de todos los avances en cuanto a que los niños aprendan a leer desde los 3 años, porque la base de pensar, es entender, y la base de entender es la lengua, tanto en su expresión verbal como escrita. Aún a pesar de eso, creo que ahora hay que pensar más. Y me explico: ahora no tenemos esos tiempos en los que nuestra mente se quedaba sin nada que hacer, esos tiempos en los que había que crear nuestro propio entretenimiento, y donde la mente tras el aprendizaje se oxigenaba. Ahora la sociedad te exige, el tenía que estar hecho para ayer, lo quiero y necesito cuanto antes. Y esto, entre otras cosas, nos lleva a que la capacidad de analizar, razonar y tomar decisiones de manera fundamentada y estructurada, evaluando argumentos, identificando falacias y elaborando juicios propios de forma autónoma, es más necesaria que nunca. Y a eso se le llama pensamiento lógico – crítico.
Además, podemos decir, que en entornos y contextos cambiantes, en ejercicios de tareas múltiples y con responsabilidades muy diferentes, el hecho es tomar decisiones eficaces. Es decir, las decisiones que hay que tomar cuando hay que tomarlas es esencial, ya que es la única forma de poder resolver los problemas complejos que nos esperan en el mundo profesional y en nuestra vida. Y también, la de afrontar los retos que se nos presenten y aprovechar las oportunidades que nos vayan surgiendo, previa identificación de las mismas, claro está.
Todo esto que parece una obviedad, y que lo “lógico” es que se aprendiera en la “vida”, como se solía decir antes. Pues ahora nos encontramos con que es otra de las responsabilidades de los docentes. Y nosotros, con mucho gusto y en el Santiago Ramón y Cajal, lo asumimos. Porque en nuestro modelo ponemos en el centro a las personas, y nos encanta formar profesionales que sean capaces de crearse una opinión propia a partir del conocimiento y la información de la que disponemos, a la vez que se cuestionan la propia información, y al propio docente incluso, ya que hay que aprender y enseñar a contrastar, y hay que volver al dato y su análisis.
En nuestro modelo educativo, en nuestra forma de educar, formar y enseñar a nuestro alumnado, actuamos como agente que concilia los intereses de las futuras personas trabajadoras y de las organizaciones e instituciones que necesitan personas competentes, es decir, entrenando competencias, ya sean blandas, duras, técnicas o esenciales. Para nosotros es un proceso natural, porque somos una escuela cuyos cimientos son una empresa de principios de gestión democrática. Y esto hace que no pueda ser de otra forma. Y mientras otros están perdidos en la burocracia de la nueva F.P., y del resto de la educación formal, nosotros seguimos fomentando desde la transversalidad una escuela más activa y llena de proyectos, donde los valores cooperativos son el medio para instrumentalizar el desarrollo de esta competencia, el pensamiento lógico-crítico, y también de otras.
Una escuela debe fundamentarse en el interés colectivo de las personas, y fomentar la inteligencia colectiva, y eso es natural en una Cooperativa de Enseñanza. Podemos equivocarnos, somos personas y los procesos son complejos, pero… “la cabra tira al monte” y la escuela cooperativa tira hacía las personas, el entendimiento y, por tanto, el pensamiento.
Escrito por Javier Martínez Morilla
Profesor de Departamento de Administrativo.
